Existen diferentes tipos de virus del papiloma humano (VPH). Algunos pueden provocar condilomas, otros pueden causar cáncer y otros no provocan ningún problema. Los condilomas son verrugas o protuberancias no dolorosas que aparecen en las zonas internas, externas o alrededor de los genitales. Se adquieren a través de la penetración anal y vaginal, por contacto externo con algún condiloma y a través del sexo oral. Existe otro tipo de VPH más grave que no provoca condilomas ni ningún otro síntoma aparente y que sí puede aumentar el riesgo de padecer cáncer cérvico-uterino, de ano, de garganta y otros.
Los condilomas se pueden identificar a simple vista ya que comienzan como si fuera un granito el cual va creciendo. Los condilomas internos deben ser diagnosticados por un médico mediante un tacto rectal, una anoscopia o una citología vaginal.
En función de cómo sean los condilomas, de su cantidad y de dónde estén localizados, el personal médico puede aconsejar que se eliminen mediante la aplicación de un fármaco en crema, por congelación e, incluso, en algunos casos quirúrgicamente.
En el caso de los tipos de VPH que no provocan condilomas, se deben detectar a través de un papanicolau o citología vaginal o anal. Esto es recomendable para todas las personas que tengan una vida sexual activa, para detectar a tiempo la posible presencia de células cancerígenas provocadas por el virus.
Existen vacunas que pueden prevenir las formas más comunes de VPH, tanto las que causan condilomas como las que causan cáncer. Son útiles tanto para hombres como para mujeres adultos, aunque regularmente se aplican sólo a mujeres y niñas.